A veces esperamos que los demás nos digan cosas que nunca llegan o lo hacen en leves ocasiones. Sin embargo, no somos conscientes que tenemos mucho más poder en nuestra mano del que imaginamos para conseguir esas palabras.
DE LO QUE SE SIEMBRA SE RECOGE… ¡REFUERZA POSITIVAMENTE!
De esto trata el refuerzo positivo, tal vez muy básico teóricamente pero no tan básico y común en nuestro día a día.
Un refuerzo positivo podría ser definido como todo estímulo que aumenta nuestra conducta ya que ese estímulo que es algo que nos gusta. Un ejemplo podría ser cuando a un niño pequeño por cumplir unas normas le damos un caramelo. De esta manera, la probabilidad de que el niño siga cumpliendo esas normas aumenta, ya que recibe algo que le agrada y relaciona el cumplir esas normas con algo agradable.
Compartimos toda variedad de situaciones con las personas que nos rodean y tendemos a fijarnos en las cosas que nos molestan de los demás o quejarnos por las cosas que hacen o dicen. Centramos mucha atención en esas cosas negativas pero ¿qué pasa con las positivas? ¿compartimos con la otra persona las cosas agradables o que nos gustan que hace o dice?
No son pocas las veces que ante la idea de reforzar he oído algo tipo “…pero es su obligación, es lo que tiene que hacer…”. Como consecuencia, caemos en quejarnos y nos olvidamos del valor de un refuerzo, sin darnos cuenta que no siempre se hacen las cosas por el simple hecho de que sea “nuestra obligación o lo que tenemos que hacer”. Necesitamos algo más, necesitamos sentir que lo que hacemos no deja indiferente a los demás y eso es lo que nos moviliza.
Resaltemos esas cosas que nos gustan de los demás para que aumente la frecuencia en que lo hacen.
Me gustaría ejemplificar para que lo veas más claro.
Ana está cansada de regañar a Javier por no recoger su cuarto, ni si quiera hace la cama y siempre deja la ropa tirada por todos sitios.
Ana. ¡Javier! Te he dicho mil veces que recojas tu habitación.
Javier. ¡Pero si hoy he hecho la cama!
Ana. ¿La cama? ¿y qué pasa con toda la ropa que has dejado hecha un montón?
Javier. Joe… es que no te conformas con nada, haga lo que haga siempre te quejas
Javier está lejos de conseguir lo que Ana propone, sin embargo, cuando él da un paso y hace la cama esta le regaña igualmente. La sensación de Javier es que da igual lo que haga porque nunca lo hará bien por lo que quizá decida no hacer nada pues es más fácil y se encuentra el mismo resultado. Si Ana le hubiese felicitado “¡Qué sorpresa, pero si has hecho la cama!”, Javier se sentiría satisfecho por su esfuerzo y posiblemente volviese a hacerlo para recibir la enhorabuena de su madre.
Te animo a que pruebes esto y experimentes por ti mismo/a los efectos.
Para conseguir un campo lleno de trigo siempre se necesita plantar una primera semilla. Quizá esto no es la solución a grandes problemas pero quizá es esa primera semilla…