Tu niñ@ interior

No son pocas ya las veces que he puesto en práctica este ejercicio, conmigo misma y en consulta y nunca deja de recordarme lo brillante que es poder sentir a nuestr@ niñ@ interior.

Crecemos, maduramos y nos convertimos en adultos, pero se nos olvida que nunca dejamos de ser niños. Me explico: ese peque que hay en nuestro interior, que hemos sido, siempre va con nosotros, vayamos donde vayamos, hagamos lo que hagamos y seamos quien seamos. De ahí parte nuestro “yo adulto” y todas las carencias, miedos, dificultades o heridas no resueltas de nuestra infancia continuarán pendientes en nuestra madurez si no las atendemos.

A veces quizá te enfadas en exceso, o te ofenden desmesuradamente las injusticias, o te avergüenzan algunas situaciones sociales; quizá te aíslas incomprensiblemente cuando sientes miedo o callas sin motivo cuando algo no te gusta; por poner algunos ejemplos. Es muy interesante aprovechar esas cositas que nos pasan para parar y preguntarnos a nosotros mismos: ¿es nueva esta sensación? No la situación que estoy viviendo sino la sensación que me genera. Si esa sensación es pasada mira a ver cómo lo vivió tu niñ@ interior, qué le faltó, qué le hubiera ayudado o qué necesitaba. ¿Ya lo tienes? Ahora piensa si tú puedes dárselo y dátelo a ti mismo.

 

Tenemos la tendencia a esperar que los demás nos nutran, nos reparen, no cubran vacíos y cuando sucede… ¡es maravillloso! Pero la realidad es que esto no siempre es posible y se nos olvida que tenemos mucho poder en nuestras manos, que podemos curarnos, nutrirnos y acompañarnos a nosotros mismos.

Desde aquí te animo a que hagas pequeñas pruebas, a que mires cómo las cosas que te afectan también afectan a tu niñ@ interior, que pruebes a escucharle.

A veces, sentimos una soledad profunda, una soledad que calmamos con actividades, cosas materiales, viajes, relaciones esporádicas… pero hay momentos en los que nada de todo esto es suficiente. Quizá entonces, si es así, hay que mirar más adentro y ver si esa soledad no es resultado de lo que pasa en el mundo que te rodea sino el resultado de haberte olvidado de atender a tu niñ@ interior.